8 ¡La voz de mi amado! Helo aquí que ya viene, saltando por los
montes, brincando por los collados.
9 Semejante es mi amado a una gacela, o un joven cervatillo. Vedle ya
que se para detrás de nuestra cerca, mira por las ventanas, atisba
por las
rejas.
10 Empieza a hablar mi amado, y me dice: «Levántate, amada mía,
hermosa mía, y vente.
11 Porque, mira, ha pasado ya el invierno, han cesado las lluvias y se
han ido.